lunes, 6 de junio de 2011

El Cambio Climático, el Agrocombustible y Crisis Alimentaria (II)

El planeta avanza rápidamente hacia un estado crítico

A pesar de los notables avances en la investigación sobre el cambio climático y sus consecuencias que han tenido lugar en el último cuarto de siglo, no somos capaces de valorar correctamente costos y beneficios cualitativos mientras sigamos aplicando modelos que casi exclusivamente hacen análisis cuantitativos. Ninguno de los existentes modelos climáticos, o econométricos o mixtos, resultan útiles al analizar o predecir cambios bruscos o catastróficos y no lineales, ya que estos modelos son simples extrapolaciones lineales de una conducta pasada bien cuantificada. Como son creados por la cultura euro-norteamericana, que tiene una obsesiva confianza en que el progreso tecnológico y las leyes del mercado sean suficientes para aliviar los problemas de destrucción natural, dan por supuesto un cambio climático gradual, lento y de no demasiada magnitud, al cual la sociedad se adapta paulatinamente. Sin embargo, esta confianza evidencia un desprecio a la naturaleza y refleja una alta dosis de autocomplacencia y soberbia y otra no menor de ignorancia, actitudes que puedan convertirse en una trampa mortal.
Hasta principios de la década de 1990 se creía que las grandes transiciones climáticas requerían siglos, si no milenios. Desde 1975 el casquete del Polo Norte se ha ido derritiendo a un ritmo lento pero constante, y hasta hace pocos años las previsiones científicas aseguraban que no se deshelaría del todo hasta 2200. Pero, luego del Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) en 2007, la conclusión general es que casi todas las predicciones anteriores se habían quedado cortas, y que ahora los científicos pueden hacer predicciones mucho más precisas y fiables sobre el clima futuro.
Hemos descubierto demasiado tarde que debido a la actividad humana muchos mecanismos de autorregulación de la Tierra está fallando, que el calentamiento en curso se está haciendo cada vez más fuerte y rápido, año tras año, y que el planeta avanza rápidamente hacia un estado crítico que pondrá en peligro la vida que alberga, donde un calentamiento climático rápido y fuerte pone en riesgo la habitabilidad de extensas zonas de la Tierra para los seres humanos.
Al otro lado, la disminución del consumo de petróleo (que durante la primera mitad de 2009 fue de más de tres millones de barriles diarios o 5% de reducción del consumo respecto al año anterior), como también de gas y carbón, a causa tanto del estancamiento y descenso de la extracción del petróleo por su agotamiento como de las crisis económicas cada vez más graves, pueda ocasionar una reducción del volumen de las emisiones globales y la concentración atmosférica de Gases de Efecto Invernadero, en tal grado que supere las emisiones que podamos esperar como resultado de una reducción voluntaria y acordada a través de supuestos convenios internacionales. Durante 2009, este efecto causa una reducción de las emisiones de dióxido de carbono de 2,6% a nivel mundial y de 6% de gases de efecto invernadero en EEUU.
Traspasando ciertos umbrales críticos
Más allá de la rapidez con que avanza el cambio, la mayoría de los componentes del clima global –aire, agua, hielo y vegetación–en realidad tienen un comportamiento no lineal, donde las temperaturas globales y las corrientes oceánicas pueden cambiar muy rápidamente (en una década, o incluso en menos tiempo). Traspasando ciertos umbrales críticos, el cambio lento y “digerible” se pueda convertir en rápidas transformaciones profundas y pueda saltar repentinamente realizando cambios abruptos con consecuencias catastróficas para especies adaptadas a las condiciones previas, donde la dificultad de adaptarse a los cambios reales será mucho mayor, hasta llegar, en el caso extremo, a la imposibilidad.
En el pasado, cambios climáticos dramáticos tuvieron lugar en el lapso de sólo algunas décadas, como durante el “infierno” en la época geológica del Eoceno hace 55 millones de años, cuando la temperatura subió unos 50C en promedio en los trópicos, y 80C en las latitudes templadas, y el planeta tardó más de 200.000 años en recuperar cierto equilibrio climático. Hoy los niveles de emisión de dióxido de carbono y metano son similares a los que se dieron esa vez.
La concentración de los gases de efecto invernadero podría duplicar los niveles preindustriales ya en 2035 si no se toman enérgicas medidas para reducir las emisiones de éstos, haciendo casi inevitable un aumento de las temperaturas promedio de más de 20C con respecto a los niveles preindustriales, que es considerado como el nivel a partir del cual las consecuencias se tornarían incontrolables y sumamente peligrosas, consecuencias que puedan incluir un incremento sustancial del nivel del mar, intensas tormentas y huracanes, y regiones en sequía, con grandes ventarrones de polvo a escala continental.
Por lo tanto, esperar que los cambios sean improbables no es muy razonable, porque una fusión glacial acelerada y un gran aumento en el nivel del mar, por ejemplo, no deberían considerarse posibilidades hipotéticas, sino acontecimientos probables. Son amplias las probabilidades de que este fenómeno genere repentinos sucesos ambientales cataclísmicos por encima de un incremento gradual (y por tanto manejable) de las temperaturas promedio.
Retroalimentación al calentamiento
Una vez sobrepasados los umbrales críticos, puedan entrar en función varios efectos de retroalimentación capaces de acelerar el calentamiento e intensificar los cambios abruptos y no lineales, volviéndolos incontrolables y potencialmente catastróficos. Retroalimentando el cambio, podamos despertar los “gigantes dormidos”, que le darán más impulso y nos puedan ocasionar grandes sorpresas. Algunos ejemplos de ello son:
1. La liberación a la atmósfera, desde anclados los océanos, de grandes cantidades de metano generadas por los hidratos de gas natural hoy fijados en depósitos altamente inestables en el fondo de los océanos, lagos profundos y sedimentos polares (el metano es un gas de “efecto invernadero” veinticinco veces más potente que el dióxido de carbono).
2. Colapso de las poblaciones de algas marinas, que se extinguen masivamente por encima de cierto nivel de calentamiento oceánico. La disminución de la capacidad de las algas de reducir el nivel de dióxido de carbono y crear nubes blancas que reflejan la luz del sol pueda originar una brusca subida de las temperaturas promedio en más de cinco grados centígrados.
3. El aumento de la temperatura tiende a aumentar los incendios forestales y desestabilizar los bosques tropicales y a reducir el área cubierta por las mismas. Cuando mueren zonas de bosques o algas, su descomposición libera dióxido de carbono y metano al aire, lo que realimenta el calentamiento.
4. El calentamiento puede conducir a un aumento exponencial de la actividad de los microbios, que intensificaría la respiración de los suelos, de manera que el dióxido de carbono emitido por los suelos sobrepasaría la capacidad de absorción de la vegetación adicional.
5. El derretimiento de los hielos de Groenlandia, cuya velocidad de fusión se ha triplicado entre 2000 y 2005, y ahora vierte 250 km2 de agua dulce al mar cada año. Los hielos del Ártico se están derritiendo al ritmo acelerado de 9% por decenio que, de seguir esa tendencia, se habrían fundido por completo antes de quince años. Asimismo, hay indicios de que el campo de hielo de Ross en la Antártida –algo más grande que España— está comenzando a fundirse.
Científicos expertos en glaciares creen que bastante antes del final del siglo XXI podemos atravesar un umbral que desencadene una subida de muchos metros del nivel del mar. Si se funden los hielos de Groenlandia, el nivel del mar subiría no unos centímetros, sino probablemente siete metros, y si se funden los hielos de la Antártida el panorama aún sería mucho peor, con subidas de entre 12 y 25 metros, tal vez incluso más.
6. Cambios en la capacidad de la superficie terrestre de reflejar la luz cuando se funden hielos y nieves. Sustituido el blanco del hielo, que refleja el 90% del calor al espacio, por el azul oscuro del mar, que absorbe el 90%, se le obliga a la Tierra absorber más calor. Es decir, el calentamiento provoca deshielo y el deshielo provoca más calentamiento y empieza el círculo vicioso.
7. Colapso o detención completa de la circulación del corriente del Golfo en el Atlántico Norte que aporta calor a Europa, lo que podría causar un notable enfriamiento del norte y el oeste de Europa, por no decir una “mini-edad glacial” con importantes efectos, como la supuesta desaparición de casi todos los árboles de Europa. Sin embargo, algunos economistas calculan que este colapso sólo causaría un refrescamiento que retardaría el calentamiento e incluso podría resultar económicamente beneficioso en un mundo recalentado por el “efecto invernadero”.
EL AGROCOMBUSTIBLE Y LA CRISIS ALIMENTARIA


Las posibles consecuencias desastrosas del desarrollo económico como el efecto invernadero, con su incidencia en un cambio climático, produce un estado de alarma que obliga a recapitular seriamente sobre los límites del crecimiento. Si en los actuales niveles de desarrollo económico los indicadores de alarma medioambiental se están comenzando a disparar, cuando los cotas de riqueza a alcanzar que se proponen como modelo ideal de desarrollo para los países pobres, son en la actualidad patrimonio solamente de un 23% de la población mundial, es difícil imaginar unos niveles de desarrollo en todo el mundo con los niveles de Estados Unidos, cuando en la actualidad existe ya la alarma ecológica en cuanto al destino de la Tierra.
Si se generalizara el consumo de energía en unos niveles de consumo por persona equivalentes a los de Estados Unidos en 1976 y con una población mundial de 11.000 millones de personas, el gas natural se agotaría en 20 años, el petróleo en 7 años y el carbón en 200 años. Ello supondría unos niveles de emisión de gases de efecto invernadero que resultarían catastróficos para el planeta. Esta breve exposición de datos refleja de alguna manera la quiebra del modelo de desarrollo que los países ricos están aplicando y que están exportando a los países denominados en vías de desarrollo. La contradicción en la que se sume el capitalismo se asemeja a un gigantesco dragón que tiene que estar permanentemente consumiendo para sobrevivir. La dinámica de la oferta y la demanda sólo atiende las necesidades de aquellos que pueden pagar por su satisfacción, de tal manera que estamos asistiendo a un inusitado crecimiento del consumo de automóviles mientras otros no pueden pagar los alimentos necesarios para su supervivencia. La ley de la oferta y la demanda capitalista no tiene nada que ver con la demanda de las necesidades reales de la humanidad, por ello la tendencia creciente es a aumentar los niveles de consumo en los países ricos y la miseria en los países pobres. Los riesgos ecológicos planetarios pueden ser utilizados por los políticos de los países ricos como un chantaje para que los países pobres acepten con resignación su destino de miseria, ante la imposibilidad de un crecimiento ilimitado, mientras los ricos nadan en la opulencia.
En realidad lo que ha fracasado ha sido un modelo de desarrollo económico basado en el despilfarro de unos pocos. Pero esta aseveración pone en entredicho el propio sistema capitalista que se muestra incapaz de reorientar su modelo de crecimiento hacia la solución de los problemas del tercer mundo, siendo preso de su alocado desarrollismo basado en una sociedad de consumo para los más ricos. Los planteamientos ecológicos difícilmente van a poder ser globales sino cuestionan como aspecto fundamental el modelo de desarrollo actual. La caridad de los más ricos para con los pobres y las injustas acusaciones a estos de ser responsables de su propia pobreza no pueden ocultar ya una realidad de creciente deterioro medioambiental y la responsabilidad de un capitalismo desaforado. Los primeros en darse cuenta de ello fueron ya algunos países pobres. Las declaraciones en 1992 de Maumoon Abdul Gayoom de las Maldivas en la conferencia de Río “Mi país puede desaparecer de la faz de La Tierra el próximo siglo al igual que otros estados insulares”, o las de Guy Willy Razanamasky de Madagascar “La mancha de sangre que los astronautas dicen ver en el Azul océano es mi país erosionado”, son afirmaciones por si mismas elocuentes. Los desheredados de la tierra, no solo se enfrentan a una situación de pobreza sino que su propio desarrollo económico al modo occidental está en entredicho. De nuevo, en palabras de Walter Benjamín, la esperanza de un mundo diferente solo nos puede ser dada de gracias a aquellos sin esperanza. Artículo publicado en 1992, a propósito de la Conferencia de Rio Janeiro sobre Medio Ambiente.
Desde entonces las preguntas para un desarrollo económico mundial equitativo siguen siendo las mismas, sin que ninguna de las alternativas propuestas por las grandes potencias e instituciones internacionales hayan mejorado la situación. La inercia del funcionamiento de la economía mundial es la que marca el ritmo de los acontecimientos, tal vez, hacía una catástrofe humanitaria y medio ambiental?; o tal vez, hacia un cambio radical que propicie un cambio profundo positivo que devuelva a la humanidad la esperanza de un mundo donde desaparezca la pobreza, las agresiones a los derechos humanos y el equilibrio entre desarrollo económico y medio ambiente. 

El cambio climático es considerado la mayor amenaza a la que se enfrenta el planeta y es ya una realidad: los científicos prevén que para este siglo las temperaturas medias globales aumentarán entre 1,4 y 5,8 grados. Como señaló el Presidente Evo Morales en su Carta a la conferencia de Poznan, “el calentamiento global está provocando cambios bruscos en el clima: el retroceso de los glaciares y la disminución de los casquetes polares; el aumento del nivel del mar y la inundación de territorios costeros en cuyas cercanías vive el 60% de la población mundial; el incremento de los procesos de desertificación y la disminución de fuentes de agua dulce; una mayor frecuencia de desastres naturales que sufren las comunidades del planeta; la extinción de especies animales y vegetales; y la propagación de enfermedades en zonas que antes estaban libres de las mismas.”
En general, cambios drásticos de las condiciones en que se desarrollan los ecosistemas impiden a las comunidades bióticas ajustarse, y por tanto tiende a producirse un colapso general antes que un cambio paulatino. No se sabe cuál es el límite cualitativo en que sucede este fenómeno, pero una vez iniciado, puede considerarse irreversible.
Crisis alimentaria

La escalada de precios internacionales de los productos agropecuarios más representativos, constituye una circunstancia inesperada hasta hace unos meses, en los que la liberación total del mercado mexicano a las importaciones procedentes de Estados Unidos y Canadá amenazaban con desplazar la producción nacional y provocar el desplome de los precios internos. En algunos países exportadores se ha optado por aprovechar al máximo los mejores niveles de precios que les representa el mercado internacional y en otros se ha preferido restringir las exportaciones, mientras que en algunos países importadores buscan opciones de oferta más accesibles, con una estrategia de diversificación de sus fuentes de abasto, otros tienen como única opción la ayuda alimentaria. En México, si antes la preocupación era el desplome de la producción nacional por los bajos precios internos; en la actualidad, la mayor preocupación no es solo el alto precio a los que se pagan los productos agropecuarios sino también a la posibilidad de que la oferta internacional de alimentos sea insuficientes para abastecer la demanda. Ante esta incertidumbre, se hace necesario identificar las causas que han dado lugar a este nuevo escenario internacional y estimar su permanencia en el mediano y largo plazo, a fin de coadyuvar en la definición de una estrategia que además de atender sus efectos, incida directamente sobre las variables que determinan la vulnerabilidad de nuestra economía.
SITUACION ACTUAL
El Banco Mundial, el Fondo Monetario, la FAO, la Unión Europea y hasta el gobierno de Estados Unidos decidieron darse por enterados de lo que está sucediendo en el mundo con los alimentos. Se habla de crisis, lo que no es nuevo pese a que ahora le dicen global, y aunque no se ha pronosticado aún una hambruna como las que hemos visto en el pasado en algunos países africanos, hay un problema real que no se puede seguir abordando con las mismas recetas fracasadas, unos culpan a los biocombustibles, otros dicen que no radica ahí el problema sino en el alza de precios y también se sostiene que la situación actual se debe al desarrollo de China e India, lo que ha determinado que muchos millones de personas más se incorporen al consumo. Cada uno de estos factores puede influir, pero todavía no se sabe exactamente frente a qué estamos y por eso es importante mirar hacia situaciones similares del pasado, hay innumerables informes internacionales, de organismos de las Naciones Unidas, de fundaciones y de instancias tan serias como lo fue el Diálogo Norte-Sur o Comisión Brandt, como también se le conoció, que en documentados estudios señalaron que no existía escasez de alimentos, sino que éstos estaban mal e inequitativamente distribuidos a nivel mundial. Y eso no ha cambiado, por el contrario, porque los alimentos son un muy buen negocio en el modelo globalizador, De ahí que los llamados a actuar en forma “urgente” contra la crisis alimentaria formulados por la FAO, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, o la decisión del Banco Mundial y del Fondo Monetario para lanzar un “Nuevo Acuerdo” y reunir 500 millones de dólares para evitar que 100 millones de personas “se hundan aún más en la pobreza”, o los 200 millones de dólares que Estados Unidos destinó a ayuda de emergencia o los 160 millones de euros (237 millones de dólares), que la Unión Europea destinará ayuda humanitaria, sólo representen paliativos insuficientes.
EFECTOS
El detonador de esta bomba alimentaria ha sido sin duda la decisión de Bush de obligar, y además subsidiar, a producir biocombustibles a partir de maíz, trigo y otros granos lo que hace, en una economía crudamente capitalista, más atractivo quemar comida en los carros que comerla. Esta manera de conseguir otras fuentes de energéticos fue seguida por otros países rompiendo un equilibrio de décadas pues Brasil, por ejemplo, viene produciendo etanol a partir de la caña de azúcar desde hace años, sin producir ninguna crisis alimentaria pero Bush y su genocida equipo no se caracterizan por la inteligencia y se lanzaron a esa vía llevados por el odio a los países petroleros, esta influencia de los biocombustibles en esta grave crisis ha sido denunciada por la FAO, la ONU y hasta organismos financieros del imperio. Así el relator de la ONU dijo ayer : "La transformación de alimentos en biocombustibles y la especulación financiera son las principales causas de la subida de los precios de los alimentos, denunció este lunes el relator de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, que calificó la crisis de "auténtica tragedia".
El relator también menciona "la especulación financiera" o sea "el capitalismo salvaje".... hay que ganar dinero aunque millones se mueran de hambre.... el "mercado" arreglara todo....... yo te aviso chirulí... si los Estados no intervienen esto se lo lleva el diablo.
El alto precio del petróleo pero en realidad este precio no es tan alto lo que ocurre es que su bajo precio durante décadas financió un nivel de vida artificial en USA, Japón, Europa, etc. También en el petróleo hay "especulación financiera".... producido el maldito capitalismo, La población sufre los altos precios de la gasolina y del "heating oil" y acusan a los países petroleros pero nada dicen de los altísimos impuestos que los gobiernos de USA y de Europa imponen al petróleo y que son parte importante del alto costo de los combustibles, todo el mundo habla también del incremento del consumo de petróleo en China e India pero nadie menciona nada de los miles y miles de barriles de petróleo que los norteamericanos, europeos y otros lacayos consumen cada día en las absurdas guerras en Irak, Afganistán y en mantener el dispositivo militar intimidatorio de bases, barcos, aviones, etc. a lo largo y ancho del mundo no he visto que nadie cuantifique cuanto consume el aparato militar demencial que existe en el mundo pero no tengo dudas de que si se dejan en tierra los aviones de guerra, de detienen los tanques y carros blindados, se mandan los soldados y "contratistas de seguridad" a trabajar en su tierra en vez de asesinar inocentes y luchadores de la libertad la CRISIS PETROLERA Y LA ALIMENTARIA desaparecerían.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los efectos de la crisis alimentaria producirán 15,7 millones de indigentes adicionales en Latinoamérica y la cifra de los que pasarán a ser pobres será similar. Así mismo la ONU advirtió que el aumento de precios de los alimentos va a crear 100 millones de pobres más.
PERSPECTIVAS
Actualmente, el fenómeno que está de moda es el surgimiento o resurgimiento de bajas sensibles en la producción mundial de alimentos básicos para el consumo humano, especialmente los granos, y por supuesto, esta crisis alcanza también a los productos cárnicos, al pollo y otros similares. Las explicaciones y declaraciones de los gobiernos de diversos países difieren en puntos de vista, y por tanto en el manejo de las políticas idóneas para el caso. Y este fenómeno cíclico ya hizo acto de presencia en especial en los países pobres en América Latina y está amenazando seriamente a los pueblos africanos y asiáticos, grandes consumidores de mijo y de arroz, base fundamental de su dieta alimentaria tradicional, los motivos, decíamos, son variados, pero incongruentes entre sí, ya que en realidad se cierne en un primer plano el fantasma de la especulación, y también de manera significativa los daños causados a los suelos agrícolas, provocados por el deterioro climático y causas también de otra índole. De no atender de manera seria y formal este problema por parte de los países afectados y con injerencia de las organizaciones internacionales involucradas en este caso, como la FAO, y la OME, el problema causará fuertes tensiones políticas de gran magnitud, porque simple y sencillamente se trata de ataques directos a todo aquello que significa el sustento humano.
Al respecto, la crítica mundial ha opinado de diversas maneras, pero lo cierto es que la amenaza no ha desaparecido, seguramente el problema puede estribar en el hecho de que se han desatendido las actividades primarias, en aras de la especulación financiera, la industria, el comercio internacional de servicios que son sectores de muy alta densidad económica, ante una verdadera situación de emergencia y de vulnerabilidad nacional e internacional, en días pasados tuvo lugar una reunión en Managua, donde asistieron representantes de alto nivel de 15 países latinoamericanos, reunión que bajo el rubro de Cumbre de Soberanía y Seguridad Alimentaria, cuyo fin fue para declarar una especie de estado de emergencia, así como el fomento de la unidad regional, para hacer frente a esta crisis de escasez y carestía de alimentos, en especial de granos básicos, que amenaza a todo el mundo, aunque con consecuencias dramáticas para los países pobres, donde ya se cierne la amenaza de hambrunas que puede revertirse en convulsiones políticas y desestabilidad gubernamentales.
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