Es
indiscutible el daño para la salud y el medio ambiente. La ingeniería genética
aplicada a los vegetales, animales y a los diversos alimentos humanos entraña
serios riegos de salud y de vida, porque rompe con las leyes de la naturaleza.
El traspaso de genes de un organismo a otro, de una especie vegetal
o animal a otra, puede producir serios trastornos, muchos de
ellos de consecuencias impredecibles.
Los
transnacionales productores de semillas, alimentos y agroquímicos -entre ellos
MONSANTO- usan la ingeniería genética para producir semillas estériles (que no
se reproducen), semillas híbridas (que degeneran en cada cosecha), pollos
pelones, vacas superlecheras, tomates resistentes al frío, soya, maíz, papas y
otros cultivos resistentes a las plagas (porque le meten a las
semillas bacterias que rechazan las plaga), pero que tienen efectos
nocivos para la vida vegetal, animal y humana.