domingo, 22 de mayo de 2011

Deuda Externa

Exposición del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc
ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (08/02/2002).

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el Cacique Guaicaipuro Cuatémoc
logró inquietar a su audiencia cuando dijo: “Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de  los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a
 los que la encontraron hace solo quinientos años. Aquí pues, nos encontramos
 todos. Sabemos lo que somos, y  es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel  escrito con visa para poder  descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de  una deuda contraída por Judas, a  quien nunca autoricé a venderme.  El hermano leguleyo europeo me explica que  toda deuda se paga con intereses  aunque sea vendiendo seres humanos y países  enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo. También yo puedo
 reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.  Consta en el Archivo de Indias, papel sobre  papel, recibo sobre recibo y  firma sobre firma, que solamente entre el año  1503 y 1660 llegaron a San  Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16  millones de kilos de plata  provenientes de América.
 ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería  pensar que los hermanos cristianos  faltaron a su Séptimo Mandamiento.  ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de  figurarme que los europeos, como Caín,  matan y niegan la sangre de su hermano!  ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los  calumniadores, como Bartolomé de  las  Casas, que califican al encuentro como de  destrucción de las Indias, o a los  ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma  que el arranque del  capitalismo y la actual civilización europea  se deben a la inundación de  metales preciosos!
 ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones  de kilos de plata deben ser  considerados como el primero de muchos otros  préstamos amigables de  América,  destinados al desarrollo de Europa. Lo  contrario sería presumir la  existencia de crímenes de guerra, lo que  daría derecho no sólo a exigir la  devolución inmediata, sino la indemnización  por daños y perjuicios.
 Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en  la menos ofensiva de estas  hipótesis. Tan fabulosa exportación de  capitales no fueron más que el  inicio  de un plan  'MARSHALLTESUMA'', para garantizar  la reconstrucción de la  bárbara Europa, arruinada por sus deplorables  guerras contra los cultos  musulmanes, creadores del álgebra, la  poligamia, el baño cotidiano y otros  logros superiores de la civilización.
 Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del  Empréstito, podremos  preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos  europeos un uso racional, responsable  o por lo menos productivo de los fondos tan  generosamente adelantados por  el  Fondo Indoamericano Internacional?
 Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las  batallas de Lepanto, en armadas  invencibles, en terceros reichs y otras  formas de exterminio mutuo, sin
 otro  destino que terminar ocupados por las tropas  gringas de la OTAN, como en  Panamá, pero sin canal.  En lo financiero, han sido incapaces, después  de una moratoria de 500 años,  tanto de cancelar el capital y sus intereses,  cuanto de independizarse de  las rentas líquidas, las materias primas y la  energía barata que les  exporta  y provee todo el Tercer Mundo.
 Este deplorable cuadro corrobora la  afirmación de Milton Friedman según la  cual una economía subsidiada jamás puede  funcionar y nos obliga a  reclamarles, para su propio bien, el pago del  capital y los intereses que,  tan generosamente hemos demorado todos estos  siglos en cobrar.
 Al decir esto, aclaramos que no nos  rebajaremos a cobrarle a nuestros  hermanos europeos las viles y sanguinarias  tasas del 20 y hasta el 30 por  ciento de interés, que los hermanos europeos  le cobran a los pueblos del  Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la  devolución de los metales  preciosos adelantados, más el módico interés  fijo del 10 por ciento,  acumulado solo durante los últimos 300 años,  con 200 años de gracia. Sobre
 esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos  a los descubridores que nos deben, como  primer pago de su deuda, una masa  de  185 mil kilos de oro y 16 millones de plata,  ambas cifras elevadas a la  potencia de 300.
 Es decir, un número para cuya expresión  total, serían necesarias más de 300  cifras, y que supera ampliamente el peso  total del planeta Tierra. Muy  pesadas son esas moles de oro y plata.  ¿Cuánto pesarían, calculadas en  sangre? Aducir que Europa, en medio milenio,  no ha podido generar riquezas  suficientes para cancelar ese módico interés,  sería tanto como admitir su  absoluto fracaso financiero y/o la demencial  irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no  nos inquietan a los  indoamericanos. Pero sí exigimos la firma de  una Carta de Intención que  discipline a los pueblos deudores del Viejo  Continente, y que los obligue a  cumplir su compromiso mediante una pronta  privatización o reconversión de  Europa, que les permita entregárnosla entera,  como primer pago de la deuda  histórica...”
 Cuando el Cacique Guaicaipuro Cuatémoc dio su  conferencia ante la reunión  de  JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA, no  sabía que estaba exponiendo una
 tesis de Derecho Internacional para  determinar LA VERDADERA DEUDA EXTERNA,
 ahora solo resta que algún gobierno  latinoamericano tenga el valor  suficiente para hacer el reclamo ante los  Tribunales Internacionales.http://es.wikipedia.org/wiki/Deuda_externa
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