domingo, 10 de abril de 2011

Enegia Nuclear

                                                     ELEMENTOS PARA UN DEBATE



Hay que dar un debate sin apasionamiento y con los detalles técnicos y científicos que podamos investigar sobre el tema de la factibilidad de la Energía Nuclear como fuente energética, Es por todos conocidos los graves accidentes en las plantas nucleares causados por errores humanos, fallas técnicas y los originados por la naturaleza. Los accidentes  de Chernobil, en 1986 y el de Three Mile Island, Pennsylvania en 1979 y ahora Fukushima I en noroeste de Japón, 2011. Este ultimo accidente en la planta de Fukushima, provocado por el terremoto y el tsunami que azotó a Japón, pone en tela de juicio el auge de la industria atómica en el mundo como alternativa energética frente al petróleo. El fantasma de Chernobil parecía olvidado de un mundo que avanza decididamente hacia el uso de la energía nuclear como opción limpia y segura frente al contaminante y encarecido petróleo. Pero el 11demarzo,el accidente de la central nuclear de Fukushima en Japón, ocurrido después del terremoto y el tsunami que azotó a la isla, reabrió el debate sobre la conveniencia de esta opción para un mundo con un estilo de vida que demanda energía con voracidad, sobre todo electricidad. 

Este es un artículo extenso, porque nos vamos a referir a lo bueno y lo malo del uso de la energía nuclear para la generación de electricidad y también analizar el uso de combustibles fósiles para la producción de electricidad.
En esta discusión no solo deben participar los físicos, médicos, ecólogos y la comunidad científica, debe ser un debate de todos los que habitamos en el planeta azul. Hay que buscar las fuentes energéticas que sustituyan la energía nuclear y los combustibles fósiles. Existen o habrá que desarrollar tecnologías en este sentido, actualmente a gran escala no tenemos otras alternativas.
En la Energia Nuclear hay muchos riesgos, se dice que es una forma costosa y riesgosa  de calentar agua para generar electricidad con alta vulnerabilidad por la combinación, potencialmente catastrófica, de fallas de diseño, errores humanos y desastres naturales. Cientificos de la Universidad de Kioto están exigiendo que se haga pública la información sobre la intensidad de los escapes de yodo 131 y explican que un solo depósito con barras de combustible usado como los de la central de Fukushima –o del Cañón del Diablo y San Onofre, en California– contiene más cesio-137 que el total depositado en el hemisferio norte por todas las pruebas nucleares atmosféricas y que una explosión así podría lanzar a la atmósfera, quizá entre tres y nueve veces la cantidad de cesio-137 por el desastre en el reactor de Chernobil.
En el mundo hay un total de 437 reactores nucleares operativos en plantas repartidas en 30 países, la mayoría de ellos se usan para generar electricidad, según el último Informe Anual del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El documento, cuyos datos están actualizados a 1 de enero de 2010, cifra la potencia total de generación de energía de esos reactores en 370.187 megavatios.

Además, otros 55 reactores, con un potencial conjunto de 50.855 megavatios, se encontraban en fase de construcción en 2009.
El país con el mayor número de reactores es Estados Unidos (104, más uno en construcción), seguido de Francia (59, más uno en construcción) y Japón (54, más uno en construcción).

La planta nipona de Fukushima Daiichi, a 270 kilómetros al noreste de Tokio, donde tres de los seis reactores resultaron dañados tras fallar el sistema de refrigeración a raíz del devastador terremoto del 11 de marzo, tiene una potencia instalada de 4.700 megavatios y es una de las 25 más grandes del mundo.
Según el informe del OIEA, los 54 reactores operativos en Japón abastecieron el 24,9% de la electricidad usada por los nipones en 2008, mientras que en Estados Unidos ese porcentaje fue del 19,7%.
Siguen Rusia (31 reactores operativos y 9 en construcción), Corea del Sur (20 y 6 en construcción), Reino Unido (19), India (18 y 5 en construcción), Canadá (18), Alemania (17), Ucrania (15 y 2 en construcción) y China (11 y 20 en construcción).
Francia es el país de mayor dependencia de la energía nuclear, que en 2008, con 419,8 teravatios (un millón de vatios) por hora, cubrió el 76,2 por ciento de las necesidades energéticas del país.
Bélgica suplió el 54,8 por ciento con la energía producida por sus reactores, mientras que la dependencia de Ucrania, Suecia y Eslovenia de esta fuente energética se sitúa en el 47,4%, 42% y 41,7%, respectivamente.
España aparece en la lista del OIEA con 8 reactores operativos, de una potencia conjunta de 7.450 megavatios, que en 2008 generaron una media de 56,5 teravatios/hora, equivalente al 18,3% de la electricidad producida en el país.
En el continente americano, aparte de EEUU y Canadá, sólo tienen plantas nucleares Argentina (dos reactores operativos y uno en construcción), Brasil y México (dos operativos cada uno).
Se puede decir que este accidente lanzará nuevas dudas a los ojos del público  sobre la seguridad de la energía nuclear y seguramente tendrá un impacto en la industria.

El evento en Japón podría ocasionar un nuevo compás de espera para la entrada en funcionamiento de otras plantas nucleares o la extensión de la vida útil de muchas construidas hace 20 o 30 años, como la de Fukushima, que son la mayoría. 
Varios gobiernos frenaron sus planes de readecuación de plantas y otros consideran que deben reevaluarse a la luz de lo ocurrido en Japón. 
Estados Unidos anuncio que continuara con su política nuclear, pero ordenó una revisión exhaustiva de los sistemas de seguridad de las 104 centrales en funcionamiento para confirmar si resisten desastres naturales. Gran Bretaña y España también ordenaron estudios. Alemania postergó por tres meses la decisión de prolongar la vida útil de 17 plantas, mientras Suiza suspendió la activación de 3 y China congeló la aprobación de futuras instalaciones. Rusia y Bielorrusia dijeron que mantendrán su cooperación bilateral para fabricar sedes atómicas. Italia, que en 1987 cerró sus plantas nucleares tras un referéndum, prevé la construcción de algunas para disminuir la dependencia energética y bajar los precios de la electricidad. 

Los anuncios revelan que el mundo industrializado, y algunos países de economías emergentes, tienen una agenda nuclear a futuro. Pero no siempre fue así. La explosión en 1986 en Chernóbil, considerada el peor desastre nuclear de la historia ­y que según la ONU habría causado entre 4.000 y 9.000 muertes por cáncer-, provocó el congelamiento mundial de los planes nucleares que empezaron a tambalearse en 1979 por el accidente en la planta de Three Mile Island en Pennsylvania. El reactor en la planta estadounidense liberó radiactividad en poca cantidad, pero provocó gran alarma en la opinión pública. 
En los años siguientes, tres situaciones revirtieron la aversión que, en la opinión pública y en los gobiernos, dejaron esos eventos: el alza progresiva de los precios del crudo, el cambio climático y los desastres ecológicos ocasionados por los derrames de hidrocarburos. Un dato ilustrativo: en 2009, 59% de los ciudadanos de la Unión Europea opinaba que las plantas atómicas podía funcionar de forma segura. Ahora Fukushima revuelve las aguas de un debate que había amainado. 
Quienes defienden la energía nuclear señalan dos ventajas comparativas claves: que es segura tanto en suministro como en prevención de accidentes y que es limpia, no es contaminante. Haydn Barros, jefe del Laboratorio de Energía Nuclear de la Universidad Simón Bolívar,  Señala que la tecnología ahora es de cuarta generación y no es comparable a la de Fukushima, de segunda generación de la década de los setenta, indica Además, dice, hoy existen mayores controles de seguridad, nuevos materiales y diseños más eficientes. 
Agrega que la planta nipona resistió durante una hora un terremoto de mayor magnitud (8,9 en la escala de Richter) que para el que estaba diseñado (8,3). "El tsunami que siguió cortó la electricidad para enfriar los reactores y eso no estaba previsto: dos eventos de tal escala tan seguidos". 

Otro elemento que se debe tomar en cuenta según el experto es que la energía atómica es más segura que el petróleo porque dentro de 40 años habrá escasez de crudo por agotamiento de las reservas. 
"Lo único que puede compensar esa falta es la energía nuclear". Hay otro punto: un kilo de uranio produce 600.000 veces más energía que el petróleo. 
La seguridad también es laboral. La Asociación Nuclear Mundial afirma que las estadísticas comprueban que en las instalaciones nucleares no hay casi accidentes ni bajas. "En cambio, todos los años miles de personas mueren en minas de carbón que proveen material para generar electricidad". 
Un argumento clave de los lobistas de la industria es que la energía nuclear no emite, como lo hace el consumo petrolero, dióxido de carbono, responsable del calentamiento global. Por lo tanto, es una vía que ayudará a que los países alcancen las metas de reducción de emisiones establecidas en el Protocolo de Kioto y la ONU. 

Ambientalistas como el británico George Monbiot indican que el cambio climático generado por la combustión fósil ha matado a más personas que el accidente de Chernóbil. "El calentamiento global ha cobrado vidas a través de elementos nocivos en la cadena alimenticia, la propagación de enfermedades y la degradación de las condiciones de vida para las personas más pobres del mundo", escribió en The Guardian. Se refería a los efectos cotidianos de las alteraciones del clima: la lluvia ácida que contamina sembradíos, el aumento de la temperatura mundial que estimula el crecimiento de insectos transmisores de males y los desastres ambientales. 

A contracorriente. Los que rechazan la opción atómica señalan un racimo de razones: los riesgos de accidentes son reales, los costos de construcción de las plantas son exorbitantes, las instalaciones pueden constituir blanco de ataques terroristas, la proliferación de material radiactivo es inevitable y el desecho de material nuclear en forma segura no se ha alcanzado. 

¿Es menos dañina para el ambiente? Brahma Chellaney, del Centro de Investigaciones Políticas de Nueva Delhi, afirma que la opción atómica agotará el agua en el planeta, un recurso ya escaso. Recuerda que los reactores utilizan este elemento para sus sistemas de enfriamiento y por lo tanto son un factor adicional en el calentamiento global, que aumenta el nivel de los océanos y pone en riesgo las líneas costeras del mundo. 
"Las enormes cantidades de agua local que los reactores consumen pasan a ser corrientes de agua caliente que se bombean a los ríos, los lagos y los océanos", señala Chellaney. 
Los riesgos son evidentes para los ecosistemas marinos y fluviales. Durante la ola de calor de 2003 en Francia hubo que detener las operaciones en 17 reactores nucleares a causa del rápido aumento de las temperaturas de los ríos y lagos cercanos. 

Greenpeace alerta sobre "las mentiras" que esgrimen los pro nucleares. Una de ellas es que es una fuente segura porque existe uranio suficiente en la naturaleza para proveer de energía al mundo por 270 años. 
"Los yacimientos son escasos y poco rentables. Además, el material se va a encarecer: ahora cuesta 10 veces más que en 2004". Los verdes agregan que, desde el punto de vista laboral, la nuclear genera menos empleo por unidad de energía producida que la renovable. 

La amenaza bélica es otro elemento de preocupación. La proliferación de la tecnología nuclear podría dar pie a que gobiernos utilicen las plantas de manera inapropiada. "Ese supuesto `uso pacífico’ que aducen algunos países esconde el prólogo de un camino que lleva a la producción de bombas y armamentos atómicos".
 En medio del cruce de opiniones hay quienes consideran que es mejor esperar. "Vivimos en una cultura de lo inmediato. Hay que hacer un análisis frío, porque cualquier decisión sería precipitada", señala Luis Echávarri, director de la Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
En un Articulo de Miguel Guaglianone titulado “Desastre nuclear y manipulación mediática” publicado en la revista Barómetro Internacional que plantea que el complejo militar-industrial, además de realizar una constante actividad de lobby en todo lugar de poder, gasta mucho dinero y esfuerzo en mantener una imagen de la energía nuclear como la energía del futuro, una forma de liberar a la humanidad de la dependencia y contaminación que producen los combustibles fósiles. Hasta llegar a apologías, por parte de una visión supuestamente “progresista” tales como: “Es preciso entender claramente las razones por las que la energía nuclear es tan detestada en la mayoría de los países, y por qué al falso movimiento ambientalista creado y costeado por el Club de Roma se le pidió que declarara la guerra a dicha fuente energética. Generando fuerza eléctrica barata y abundante a partir de reactores nucleares, los países en vías de desarrollo se volverían poco a poco independientes de la ayuda externa norteamericana y podrían consolidar su soberanía. La electricidad producida a partir de la energía atómica es la clave para que los países atrasados salgan del subdesarrollo en el que el Club de los 300 les ha ordenado permanecer”. 
Para los intereses que están detrás de la instalación de centrales nucleares es necesario, con la complicidad de la red internacional de medios corporativos, deformar y ocultar información y descalificar a quien afirme lo contrario a la “pureza” de la energía nuclear.
Nunca hemos estado contra el desarrollo del conocimiento. Creemos que es necesario que cada país conozca de ciencia nuclear. La investigación y la producción de isótopos tanto para la medicina como para la aplicación en diversas tecnologías, es un recurso necesario de desarrollar. Sin embargo, entre esto y creer que los problemas energéticos que enfrenta nuestra sociedad productivo-consumista van a resolverse a través de la producción de energía eléctrica con centrales nucleares, hay una gran diferencia.
Cualquiera que estudie con un poco de profundidad lo relativo a este tema descubrirá cuanto se oculta y cuanto se deforma a partir del control de los medios corporativos. Algunos ejemplos:
1)      Seguridad de las plantas atómicas: Se nos vende la imagen de que las plantas atómicas son hoy absolutamente seguras, se sugiere que lo sucedido en Chernobyl  fue producto de la incompetencia de la Unión Soviética (sin tener en cuenta por ejemplo que el segundo accidente en importancia sucedió en plenos Estados Unidos). Sin embargo la verdad es que a pesar de la soberbia tecnológica, ninguna planta nuclear está libre de accidentes graves. Recuérdese que a pesar de que la NASA utilizaba el “infalible” método de la Triple Redundancia (todos los procesos se planificaban por triplicado en forma independiente) y su mayor preocupación desde su fundación ha sido –por razones políticas– evitar los accidentes, le fue imposible prever lo sucedido con el Challenger. Los accidentes inevitablemente aparecerán, por error humano, por fallas técnicas, por colapsos sísmicos, por inundaciones o por razones no posibles de prever. Es una simple cuestión de estadísticas y probabilidades en un universo en constante crecimiento de centrales nucleares que operan durante mucho tiempo ininterrumpidamente.

2)      Resultados de los accidentes: Otra cosa que se esconde son las consecuencias de los accidentes graves. El núcleo del reactor es el lugar donde –una vez que se la inicia–  se produce una reacción de fisión atómica en cadena que debe mantenerse controlada, tanto en su completo aislamiento del exterior, como en su temperatura. Cuando se produce un colapso en los sistemas de enfriamiento del núcleo, nos encontramos en la situación de los reactores de Fukushima. Es realmente muy poco lo que se pueda hacer a partir de allí para detener el aumento progresivo de temperatura de la reacción nuclear. Y ese aumento progresivo lleva a la destrucción del contenedor del núcleo, sean cuales sean sus características de ingeniería. Si eso sucede, se produce primero la emisión de una nube de partículas radioactivas que se diseminan en la atmósfera, quedando sujetas a las variaciones meteorológicas locales y generales. Es lo que sucedió en Chernobyl y cuya nube radioactiva llegó a Europa, y es lo que hoy más preocupa respecto a Fukushima. Pero también sucede algo de lo cual nadie habla. Si el contenedor colapsa, el material radioactivo del núcleo, ultradenso, comienza a hundirse lentamente en la tierra. Este es un proceso frente al cual no tenemos ninguna tecnología capaz de detenerlo. Una masa de material radioactivo penetra al subsuelo, y seguirá hundiéndose hasta que llegue a una profundidad de igual densidad a la suya (posiblemente cerca del núcleo de la Tierra) y contaminando con radioactividad la corteza terrestre mientras dure su vida media, que es del orden de los 50.000 años.

3)      Resultados de su producción: Finalmente, hablemos de la situación que más se mantiene oculta  respecto a los reactores nucleares, y por la cual más se desinforma y más se desacredita a quienes la denuncian. Se dice que los reactores nucleares tienen la ventaja de que no lanzan directamente a la atmósfera CO2 ni otros gases que aumenten el efecto invernadero y el calentamiento global, pero lo que nunca se dice es ¿Qué sucede con los residuos radioactivos producto del funcionamiento normal de los reactores nucleares? Los reactores de antigua data consumen uranio radioactivo y dejan como residuo plutonio radioactivo. Los de nueva generación son capaces de reciclar parte del plutonio –cosa muy publicitada por los defensores de la energía nuclear– pero dejan como residuo torio radioactivo o plutonio radioactivo no reciclable. Imagínese el número creciente de reactores nucleares  –que hoy está alrededor de los 300 en todo el mundo–  produciendo constantemente materiales de residuo radioactivo en forma progresiva. La verdadera realidad es que no existe un modo seguro y no contaminante de manejar ese material una vez que ha sido producido. La humanidad está entonces acumulando una cantidad cada vez mayor de material radioactivo altamente contaminante, y como dijimos con una vida media (tiempo en el cual se mantiene radioactivo) del orden de los 50.000 años. Esto es algo que se oculta constantemente. Ante las denuncias, además del silencio y la descalificación, algunos de los países desarrollados se han “comprometido” a “controlar” el material de desecho. Esto se ha convertido en parte del peligro en las centrales nucleares, que conservan –generalmente a la vista– los contenedores con ese material. Pero la verdad es que hay una constante circulación clandestina de este material, desde el centro (donde está la mayoría de los reactores) hacia los países periféricos (que tienen un menor control de la contaminación radioactiva) e igualmente que parte de él se sumerge clandestinamente en aguas oceánicas (sabiendo que no importa en qué se empaque, ese material de empaque durará menos que el material radioactivo, y a la larga producirá una inevitable contaminación del lecho oceánico). De la misma manera sucederá con el material radioactivo que se entierra clandestinamente. Esta es la consecuencia más grave del uso creciente de centrales nucleares y sin embargo, nadie habla ni discute sobre ella. La imagen de este tema que transmiten los medios corporativos a instancias de la Agencia Internacional de Energía y el Complejo Militar–Industrial, es que toda alarma al respecto es producto de las ideas descabelladas de los ecologistas radicales. Nadie dice tampoco que la contaminación radioactiva es mucho más fulminante que el resto de las contaminaciones ambientales, que produce directamente el aumento de enfermedades mortales y que es capaz de producir alteraciones genéticas a mediano y largo plazo.

En definitiva, un ejemplo más del poder que hoy tiene el sistema corporativo transnacional de medios masivos de comunicación, y de la loca carrera suicida en la cual nos mantiene el sistema productivo-consumidor manejado por el neocapitalismo corporativo, sólo dependiente de los intereses del mercado.
En este trabajo me documente con el trabajo Visión del gobierno de Bolivia sobre el cambio climático, la crisis alimentaria, del agua y del tiempo. Este escrito de más de 200 páginas se puede ver en la página Web de la Plataforma de Política Energética que pone disposición de sus lectores el documento in extenso del Ministerio de Relaciones Exteriores de Estado Plurinacional de Bolivia denominado “El vivir bien como una respuesta a la crisis global”, documento que está orientado a sentar las bases y políticas para “salvar al planeta y la humanidad”. Su propósito declarado es “impulsar el vivir bien” y aborda temas como el cambio climático, el agotamiento del planeta, la crisis del agua, la crisis alimentaria, la crisis del tiempo, el fin de la energía barata y la crisis financiera. Se recomienda su lectura para ver lo que nos espera en corto plazo.

¿Qué opciones tenemos?

En esta antesala de un desastre universal, estamos viendo el verdadero final de la segunda revolución industrial, lo que ocurre ya antes que el momento de máxima producción mundial del petróleo. Agregada a estas turbulencias, toma también fuerza la crisis de los valores y las normas de la modernidad, las visiones del futuro, las identidades y todas aquellas convicciones que otorgan sentido a la existencia, más que evidente en los países del Norte y también en los espacios (preferentemente urbanos) de las zonas más parasitarias del Sur.
¿Nuevos yacimientos?

Si existiesen soluciones para las sociedades industriales ante la crisis energética, éstas habrían de pasar por el descubrimiento de nuevos grandes yacimientos, la aparición de otras energías que puedan sustituir al petróleo, o el ahorro energético masivo y conservación de recursos naturales. Pero, ni siquiera con el alza de los precios del crudo se han incrementado los gastos en exploración ni se están desarrollando otras energías.
Es conocido en todo el mundo petrolero que las grandes compañías desde finales del siglo pasado han reducido a un mínimo sus gastos de exploración, ni están invirtiendo en nuevas refinerías, porque sencillamente saben a ciencia cierta, que luego de 140 años explorando y explotando en búsqueda de petróleo no hay rincón de la tierra donde geológicamente pueda existir la posibilidad de encontrar petróleo, aparte de la plataforma submarina. No queda más petróleo importante por descubrir y que las inversiones que hagan hoy en exploración y refinación jamás puedan recuperarlas.
Por tanto, ni las transnacionales petroleras ni el FMI, el Banco Mundial o el llamado Grupo de los Ocho quieren arriesgarse de invertir en exploraciones para nuevos descubrimientos petroleros, ni para mejoramiento de los campos existentes o aumento de la capacidad de refinación, especialmente en el Medio Oriente y Venezuela, sino estas actividades deben ser asumidas exclusivamente por parte de los países de la OPEP.
¿Las plataformas submarinas?

En los últimos años, las mayores esperanzas para las compañías petroleras de encontrar petróleo se centran en las llamadas plataformas submarinas. Hasta hoy, son 7 regiones donde se han concentrado los esfuerzos: Golfo de México, Plataforma Continental Brasileña, Golfo de Guinea, Mar del Norte, Mediterráneo frente a Egipto, Mar de la China en torno a las Islas Spratly y la zona marina entre Australia y el Timor.
Desde finales de los años 70, se inició el interés por las perforaciones en aguas profundas (más de 500 metros). A esto contribuyeron los altos precios del petróleo en la época de las crisis petroleras originadas por el embargo árabe, que hacía rentable la búsqueda en dichas zonas donde la exploración es más costosa y arriesgada. En el campo Roncador, Petrobras tenía que atravesar 1.850 m. de agua en 1998 para perforar, y Total llegaba a 2.200 m. de profundidad en Canyon Express. A partir de allí es cuando se inicia la perforación en búsqueda de petróleo, que ha llegado hasta los 8 Km. bajo el lecho marino, con resultados positivos por debajo de un 10 %.
Para los años 90, las grandes compañías operaban en unas 60 cuencas y habían descubierto unos 120 campos. A finales del año 2000, el total los hidrocarburos (gas, petróleo) descubiertos en las principales cuencas: Golfo de México, Brasil y Golfo de Guinea, llegaba a 27 mil millones de barriles. En otras palabras se había encontrado hidrocarburos para un año de consumo mundial.
Las compañías petroleras, la AIE (Agencia Internacional de la Energía) y el Servicio Geológico de EEUU, pese a estos resultados aún consideran, en su escenario más optimista, que se pueden encontrar unos 100 mil millones de barriles en las cuencas submarinas, lo que significa que la agonía del capital se alarga en unos 3,5 años si es que realmente se consigue petróleo.

No existe sustituto al petróleo

Una posibilidad para reducir el consumo de petróleo sería comenzar a sustituirlo por otras alternativas energéticas, algunas de las cuales son mitos de alta tecnología propuestos por políticos y economistas o anunciadas en los medios de comunicación como sustitutas de los combustibles fósiles. Sin embargo, los físicos y geólogos, que nos están dando una verdad científica y matemática, nos cuentan una historia totalmente diferente
En la actualidad, las fuentes de energía basadas en recursos finitos no renovables (combustibles fósiles y fisión nuclear) aportan el 86% del enorme consumo de energía global. Los combustibles fósiles (gas, petróleo, carbón) continúan siendo la fuente energética básica, pues no sólo aportan el 80% de la energía que se consume en el mundo, sino que también contribuyen al aprovechamiento de las demás fuentes energéticas conocidas.
El petróleo representa el 35% del total del consumo energético global y más del 90% de la energía empleada en los transportes. Mientras hay muchos alternativas tecnológicamente viables para petróleo, no aparecen por ningún lado nuevas fuentes de energía alternativas (o combinación de esas) que puedan proporcionarnos ni siquiera una parte de la energía neta requerida por nuestro moderno sistema monetario e infraestructura industrial, o aplicarse con la suficiente rapidez y efectividad como requiere la crisis energética generada por la escasez de petróleo.
Resulta muy complicado que pueda aparecer una fuente de energía que pueda sustituir al “oro negro” como combustible para el transporte mundial, pues no sólo debería ser técnicamente posible su producción y uso a gran escala y en muy breve plazo de tiempo, sino que se deberían sustituir y/o adaptar con una rapidez increíble todos los vehículos del planeta – los más de 800 millones de autos, camiones, aviones, barcos, etc.- para que pudiesen funcionar con la nueva fuente de energía, así como desarrollar con enorme rapidez toda la infraestructura para la producción, transporte y distribución de la misma por todo el mundo.
Requieren hidrocarburos en su producción

La energía solar produce energía neta marginal, pero los paneles solares fotovoltaicas se construyen con materiales procedentes de los hidrocarburos y otros materiales muy escasos. Las altamente promovidas células de combustible de hidrógeno no son ni siquiera una fuente de energía, sino una forma de almacenamiento de energía. Para producirlo, se requiere más energía que la que se obtendrá del mismo, energía que actualmente es el gas natural. La producción de cada componente principal de los paneles solares y las células de hidrógeno, desde las PVCs hasta las células de combustibles mismas, requieren energía y materiales alimentados de hidrocarburos.
Por la falta de petróleo barato, en Estados Unidos están volviendo a la generación de energía alimentada por carbón, planificando construir al menos 100 nuevas plantas en más de 36 estados. Además de que su perfil de energía neta es pobre comparado con el petróleo, enfrenta problemas de costos de reconversión, de muy difíciles adaptaciones tecnológicas, y de contaminación por ser mucho más sucio que el petróleo y extremadamente dañina para la naturaleza con mayores emisiones de carbono.
La utilización a gran escala de la energía nuclear plantea graves problemas de seguridad. Las plantas de esta energía son además muy caras de construir, y los desechos deben ser almacenados y guardados durante miles de años. Para lograr el nivel necesario de producción de uranio y carbón que amortigüe la crisis energética, serían necesarias explotaciones intensivas que llevarían a un rápido agotamiento de sus reservas en una magnitud que resultaría en la bajada de su extracción aproximadamente a partir del 2030 y posiblemente antes.
Los generadores eólicos tienen un perfil de energía neta apreciablemente favorable, pero el viento es intermitente en el mejor de los casos. Tampoco existe ninguna alternativa que pueda sustituir al petróleo para la fabricación de los más de 3.000 productos derivados del mismo, y que son esenciales en la industria y en nuestro modo de vida actual.

Etanol de maíz es una energía negativa
Cada vez más se está promoviendo agrocombustibles como una fuente para reemplazar el petróleo. La experiencia con el etanol es un ejemplo. Es un alcohol derivado de vegetales (maíz o caña de azúcar) que es usado hoy en día, principalmente con una mezcla de 10% de etanol y 90% gasolina. Ya que se usa en alguna extensión, como también biodiesel, metanol etc., se piensa normalmente que el etanol es una solución aceptable al problema del combustible. Pero, todos son cultivados con considerables cantidades de insumos de combustibles fósiles (pesticidas y fertilizantes) y les hace falta mucha energía para todo el proceso de producción (siembra, tratamiento, fertilización, riego, cosecha, transporte, distribución y procesamiento), energía que en la actualidad se obtiene del petróleo.
El etanol de maíz producido en EEUU, por ejemplo, es una energía negativa – es decir, sin contar el daño a la tierra o al agua y otros costos debidos a prácticas agrícolas insostenibles, usa más energía para producirlo que aquella que se obtiene de él, lo que significa malgastar recursos fósiles de energía y agravar el déficit de energía. Aproximadamente un 70% más energía es usada para producir un galón de etanol de maíz que la energía contenida en ese galón. Biodiesel es considerablemente mejor que etanol de maíz, pero con un EROEI de tres no puede competir todavía con el petróleo que ha tenido un EROEI de aproximadamente 30. Al otro lado, el etanol de caña producido en Brasil es una energía positiva que tiene un EROEI de ocho, es decir, produce ocho galones de etanol con el uso de un galón de energía. La definición de EROEI es: Se conoce como tasa de retorno energético (TRE) o, en ingles, EROEI, ERoEI (Energy returned on energy invested), EROI (Energy return on investment) y, menos frecuentemente, eMergy, al cociente de la cantidad de energía total que es capaz de producir una fuente de energía  y la cantidad de energía que es necesario emplear o aportar para explotar ese recurso energético.
Comparada con el consumo descomunal de petróleo, la producción anual de EEUU del etanol es tan pequeña que cubre no más que quince días de consumo. La realidad es que para reemplazar incluso una pequeña parte del suministro de petróleo en EEUU con agrocombustibles, necesitarían convertir la mayor parte de Africa en una granja gigante.
A nivel mundial, los agrocombustibles representan apenas entre uno y dos por ciento del consumo total. Como son tan pobres sustitutos al petróleo, no sirven mucho para resolver la crisis de energía. Sólo sirven para el lucro de las grandes compañías agroindustriales, como Archer Daniels Midland, ConAgra, y Monsanto, y los granjeros norteamericanos en el medio oeste, que reciben un subsidio entregado por el gobierno norteamericano con los dólares de los contribuyentes para comprar sus votos.
Por tanto, la expansión de los agrocombustibles no consigue superar la carencia energética, sino el acaparamiento de tierras fértiles y productos agrícolas con fines energéticos más bien reduce la oferta alimentaria, trae hambre e inflación.


El riesgo es que ya sea muy tarde

El mundo usa actualmente más que 30 mil millones de barriles de petróleo por año para sustentar el crecimiento económico. En la actual sociedad de consumo, ese uso tiende a aumentar con el tiempo debido al crecimiento de la población, la obligación de seguir con el crecimiento económico y la industrialización de naciones como China e India.
Así, aun cuando las nueve condiciones descritas arriba de algún modo se manifestaran milagrosamente, todavía estamos enfrentando una reducción de 70 a 90% en la cantidad de energía disponible. Una reducción de 70 a 90% sería sumamente dolorosa, pero no el “fin del mundo” si no fuera por el hecho que, como está explicado anteriormente, el sistema monetario se derrumbará en la ausencia de un suministro de energía constantemente creciente. Si un déficit entre la demanda y suministro de 5% es bastante para multiplicar los precios, ¿qué pasaría con un déficit de 70 a 90%?
Para hacer la cosa peor, aun si todos los obstáculos anteriores no existieran, todavía nos enfrentamos con el problema del “tiempo de duplicación económica”. Si la economía crece a una velocidad saludable de 3.5% por año, se duplica su tamaño cada 20 años. Ese crecimiento debe ser alimentado por un suministro de energía que se duplica en el mismo ritmo. Así, nuestra “deuda energética” total se habrá agravado en el momento que logremos un mayor avance en el cambio hacia fuentes alternativas de energía.
Para lograr una nueva era de crecimiento económico prolongado, sería necesario combinar un ahorro sistemático de energía con el reemplazo de los recursos energéticos y mineros no renovables que estamos utilizando ahora por recursos renovables u otros recursos no renovables, como cuando el petróleo reemplazó al carbón mineral durante la primera mitad del siglo XX. Deberíamos ya estar invirtiendo en las alternativas y convertir nuestra infraestructura industrial para usarlas. Pero, desgraciadamente no tenemos la menor idea de cuáles podrían ser esos recursos alternativos.
Ello requeriría además un salto innovativo, pero hasta ahora no hay ni el menor indicio serio de que esa ola innovadora esté apareciendo ni de que pueda aparecer durante la próxima década. Aún así, para lograr una transición suave de energías no renovables a renovables, necesitaremos décadas – lo que no tenemos antes de llegar al techo de producción en la extracción de petróleo (donde probablemente ya estamos).
Aún cuando estuviéramos intensificando inmediatamente los esfuerzos para cambiar a otras fuentes de energía (que no estamos viendo todavía), el riesgo es que los resultados de estos esfuerzos vengan demasiado tarde y sean, en todo caso, escandalosamente insuficientes para prevenir el inevitable período de transición, durante el cual la cantidad de energía disponible se verá drásticamente reducida, por lo que las naciones tendrán menos energía disponible para realizar la producción útil - incluyendo la fabricación y transporte de bienes, el crecimiento de productos alimenticios y la calefacción de hogares.
Ese es el gran dilema que se le presenta a la humanidad, las fuentes de los combustibles fósiles se 
agota, ¿Cuál energía usar? La solar, la eólica o la nuclear. Hay otras alternativas.

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