El número de personas subnutridas que hay en el mundo, casi 1 000 millones, sigue siendo inaceptablemente elevado en 2010 no obstante su reducción prevista, la primera en 15 años. Esta disminución se puede atribuir en gran parte a un entorno económico más favorable en 2010 –en particular en los países en desarrollo− y a la caída tanto de los precios internacionales como de los precios internos de los alimentos desde 2008.
El reciente aumento de los precios de los alimentos puede provocar dificultades adicionales en la lucha para reducir el hambre. La FAO (Organización de lasNaciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estima que en 2010 hay un total de 925 millones de personas subnutridas, en comparación con los 1 023 millones que había en 2009. Son cifras más elevadas que las anteriores a la crisis económica y la de los alimentos de 2008 y 2009, y más altas que el nivel de cuando los dirigentes decidieron, en la Cumbre Mundial sobre laAlimentación de 1996, reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre.
La mayoría de las personas que sufren de hambre en el mundo vive en los países en desarrollo, donde representan el 16% de la población. Si bien esta cifra señala un adelanto respecto a 2009, sigue estando muy por encima de la meta fijada por el Objetivo de Desarrollo delMilenio (ODM), de reducir a la mitad la proporción de personas subnutridas en los países en desarrollo, del 20% de 1990-1992 al 10% en 2015.
Todas estas cifras de personas con hambre parecen ilógicas, son las paradojas de la globalización y del mundo en que vivimos. Cuando se asegura que el mundo produce el doble de alimentos que los que sus 7.000 millones de habitantes necesitan. El planeta Tierra genera dos veces más alimentos de los que sus 7.000 millones de habitantes precisan para vivir, a pesar de lo cual 925 millones de personas se encontraban en situación de hambre crónica en 2010, según estima la FAO. Las principales causas del problema es la falta de voluntad política de los Estados y a la especulación con el precio de los alimentos como las principales causas del problema, En el Libro “ESPECULACIÓNFINANCIERA Y CRISIS ALIMENTARIA”, de José María Medina y Kattya Cascante. El libro también destaca que el mercado de materias primas alimentarias pasó de unos 35.000 millones de dólares en 2004 a acumular 350.000 millones en 2009. Para Medina, “el bluf de la burbuja inmobiliaria atrajo a los fondos de inversión a este sector, que parece seguro y rentable”, lo que a su juicio explica el alza y la volatilidad en el precio de los alimentos.
Medina, director de la ONG Prosalus y coordinador de la campaña “Derecho a la alimentación. Urgente”, explicó cómo el índice de precios de los alimentos de la FAO permaneció constante entre 1990 y 2006, con oscilaciones entre 90 y 120 puntos y una media en torno a los 100 para todo el período.
Sin embargo, a finales de 2006 y principios de 2007 los precios comenzaron a subir de forma incesante y alcanzaron el índice 213 en 2008, señaló. Volvieron a caer en 2009, aunque en 2010 iniciaron otra subida (hasta los 214) y en 2011 llegaron a situarse en los 240 puntos, El año pasado se registró el promedio más alto en el índice de los precios internacionales de los alimentos desde que la FAO comenzó a realizar la medición en 1990.
A esto hay que añadir el acaparamiento del mercado en manos de unas pocas empresas, prosiguió este experto, y la acumulación de tierras, sobre todo en África, donde las multinacionales se están haciendo con grandes extensiones de terreno.
Cinco empresas controlan el 80% de la producción y el comercio de granos, cuatro el 100% de las semillas transgénicas, tres monopolizan el mercado mundial de lácteos y otras tres acaparan la producción de maíz en el mundo, apunta en el libro.
Por ello, exigió al G-20 aprobar una regulación internacional para limitar el porcentaje del mercado alimentario en manos de un solo grupo inversor; establecer una tasa contra los movimientos especulativos en este terreno; imponer una moratoria a la compraventa de tierras, y acabar con las primas a los agrocombustibles.
Cinco empresas controlan el 80% de la producción y el comercio de granos, cuatro el 100% de las semillas transgénicas, tres monopolizan el mercado mundial de lácteos y otras tres acaparan la producción de maíz en el mundo, apunta en el libro.
Por ello, exigió al G-20 aprobar una regulación internacional para limitar el porcentaje del mercado alimentario en manos de un solo grupo inversor; establecer una tasa contra los movimientos especulativos en este terreno; imponer una moratoria a la compraventa de tierras, y acabar con las primas a los agrocombustibles.
EL Cinismo de las Trasnacionales de las materias primas alimentarias
Cargill es una de las cuatro compañías que controlan el 70 por ciento del comercio mundial de comida. Mientras el mundo se enfrenta a la mayor crisis alimentaria en décadas, ellos hacen caja ‘leyendo los mercados’… Así funciona. Son los amos de los alimentos conjuntamente con Archer Daniels Midland, Continental, Louis Dreyfus y Bunge. Ademas el monopolio se extiende a las semillas comerciales, hay diez compañías que controlan el 57% del mercado global. Estas diez compañías habrían generado unos beneficios de 13.014 millones de dólares, y tan solo cuatro de ellas (Monsanto, Dupont, Syngenta y Groupe Limagrain) tendrían bajo su control el 44% del mercado, siendo Monsanto la más grande del mundo y controlando el 20%.
En una entrevista en un periódico español un alto directivo de la cerealera Cargill sobre la crisis alimentaria que actuó como uno de los detonantes de las convulsiones en Túnez, Egipto y otros países del norte de África. Para esta empresa, los acontecimientos que se produjeron en Rusia durante el verano de 2010 –graves sequías, incendios, pérdidas de cosechas de cereales…– hacían presagiar una oportunidad de negocio. Lo que otros miraban con la preocupación del impacto que podría tener sobre la seguridad alimentaria mundial era para ellos una situación propicia para incrementar sus ventas y su margen de beneficios. Entendieron que probablemente Rusia suspendería las exportaciones de trigo y otros cereales, anticiparon que eso tendría un efecto de desabastecimiento en países que tienen una alta dependencia de las exportaciones rusas y pusieron en marcha su maquinaria para hacer acopio de granos donde los hubiera y trasladarlos a los sitios clave, esperar a que
A partir de julio de 2010, Rusia ha sufrido la mayor sequía del último siglo. Se estima que la oleada de incendios que la ha acompañado ha destruido más de 10 millones de hectáreas de cultivo, por lo que los precios del trigo y la cebada subieron un 50% en pocas semanas. Esto llevó al gobierno ruso a suspender temporalmente, desde el 15 de agosto hasta fin de año, las exportaciones de trigo, cebada, centeno y maíz además de las de harinas de trigo y centeno.
Poco después esta prohibición se extendió hasta final de 2011. Al mismo tiempo, países del Este de Europa, Canadá y Australia se vieron afectados por exceso de lluvias e inundaciones.
Todos estos hechos extraordinarios desencadenaron una subida de precios de los cereales, especialmente trigo, en los mercados internacionales; subida que algunos comparan con la crisis alimentaria de 2008. La decisión de Rusia produjo de forma inmediata aumentos de precios. Así, por ejemplo, en pocos meses los precios europeos del trigo aumentaron más de un 12% hasta los 236 euros la tonelada mientras que en Estados Unidos los futuros de ese cereal crecieron más de un 80%, la mayor subida en cerca de cuarenta años.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) revisó a la baja sus revisiones de producción mundial de trigo para 2010, pasando de los 676 millones de toneladas a 651 millones ante el impacto desfavorable de la climatología durante el verano. No obstante, la FAO señaló después del verano que, a pesar de los problemas de producción en algunos de los principales países exportadores, el mercado mundial del trigo permanecía "mucho más equilibrado" que durante la pasada crisis alimentaria de 2007/2008 y "por el momento no está justificado" el temor a una nueva crisis alimentaria mundial.
Además, según sus previsiones, la cosecha de cereales de 2010 sería una cosecha récord, la tercera mayor de la historia, por lo que el mercado iba a estar suficientemente abastecido. Después de la crisis alimentaria de 2007-2008, tras dos años consecutivos de cosechas récord, las existencias de trigo en todo el mundo se habían repuesto lo suficiente como para cubrir la caída de producción prevista ahora, según un informe de la FAO.
Sin embargo, los datos facilitados a final de año por la propia FAO sobre la evolución del índice del precio de los alimentos permitieron observar que en un plazo de 6 meses el incremento había sido intenso y abrupto (30% de incremento en el índice del precio de los alimentos y 57% en el precio de los cereales), habiendo alcanzado a final de 2010 el máximo histórico de 214,7, que dejó de serlo inmediatamente porque el índice siguió subiendo en los primeros meses de 2011 y llegó a acercarse a los 240 puntos.
Dicho índice comenzó a utilizarse por parte de la FAO en 1990. Entre ese año y 2006 el índice se movió en valores en torno a los 100 puntos, 10 puntos abajo o 20 arriba, sin sufrir grandes alteraciones a lo largo de esos 16 años.
LA ESPECULACIÓN: CAUSA O CONSECUENCIA DE LA SUBIDA DE PRECIOS
La especulación financiera sobre los precios de los alimentos se ha colocado en el centro de las agendas de las veinte economías más influyentes del planeta, como una de las mayores amenazas a la seguridad alimentaria. El G20, que tiene previsto reunirse el próximo mes de noviembre en Cannes, se ha marcado el objetivo de reducir la volatilidad de los precios, limitando la especulación sobre las materias primas fundamentalmente agrícolas. La apuesta francesa que hay sobre la mesa consiste en controlar a los especuladores, restringiendo las exportaciones y mejorando la información de las reservas de grano de los países importadores y exportadores más importantes. Se trata de evitar que sigan subiendo los precios debido a medidas apresuradas de acopio de alimentos y restricción de las importaciones en destacados productores, como Ucrania e India. Esta iniciativa habrá de enfrentar las resistencias a la regulación de un mercado donde la primacía neoliberal se ha impuesto a cualquier norma, al cual la crisis de 2007-2008 y la nueva escalada de precios durante el primer semestre de 2011 están demandando mayor seguridad y garantías.
En este contexto, ¿qué papel juega la especulación en la tendencia de subidas de precios sobre los alimentos que viene proyectándose desde principios de siglo?
Desde el año 2007, solo tres estudios han considerado todos los factores causantes de la crisis con suficiente rigor, el resto únicamente se han atrevido a dar algunas estimaciones de la contribución de cada causa al aumento general de los precios. Apenas podemos encontrar dos consensos: por un lado, el debilitamiento del dólar y por otro lado, la ausencia de autorregulación de los mercados ante una demanda excesiva de alimentos, lo que avivó la tormenta perfecta. Los errores de los gobiernos se sumaron para que las consecuencias sobre la ecuación de la seguridad alimentaria siguieran sumando hambrientos.
La tormenta perfecta
La tormenta perfecta se desata por la debilidad del dólar que se deprecia y provoca subidas en los precios del petróleo, al tiempo que se produce una gran afluencia de las reservas de divisas en el extranjero, reforzando significativamente la demanda de cereales hacia EE UU. Esta demanda se incrementa muy por encima de lo previsto, debido a la producción de etanol, donde también EE UU destaca como el primer productor de maíz (1/3 de la producción mundial) y principal exportador (2/3 de las exportaciones mundiales). El fortalecimiento del dólar desde mediados de 2008 y la reducción proporcional de los precios de los alimentos (hasta un 20%) parecen apoyar esta tesis.
Algunos factores de la subida de precios son defectos que ya se encontraban como causantes de la crisis alimentaria de 1972-74. La interconexión entre factores a medio plazo, como la subida de precios de la energía (petróleo fundamentalmente), las bajas tasas de interés y ajustes de las inversiones en cartera de los productos básicos se unen a elementos que influyen a largo plazo, como el crecimiento de la demanda y la lenta respuesta de la oferta de producción agrícola y, a corto plazo, como las inclemencias climáticas y los derrumbes de algunos mercados. Como vemos, hay multitud de factores que intervienen directa e indirectamente en la subida de precios de los alimentos.
Al mismo tiempo y en cuanto a los cereales, no pueden generalizarse los factores que influyen en la formación de los precios. Por un lado, está el dominio del mercado de grano estadounidense, cuyo grado de competitividad y eficiencia marca, sin duda, su precio en el mercado internacional, a excepción del arroz (producto de cultivo y consumo asiático prácticamente en su totalidad).
Por otro lado, están los aspectos específicos de los alimentos, como la escasa elasticidad de la oferta que debe someterse a una cosecha anual en ciertos cultivos, con precios determinados en función de reservas decrecientes, y de la demanda, que se torna rígida frente a unos países que, debido a sus bajos ingresos, no pueden centrar su consumo sobre otros alimentos que no sean los cereales. La especulación financiera es la causa y consecuencia de la subida de los precios. Una causalidad bidireccional que comparte con las reservas mundiales de producción de cereales con la que mantiene dependencias singulares. Por un lado, unas reservas bajas pueden empeorar las cosas ya que los agentes financieros las utilizan para formar sus expectativas de precios en los mercados a futuro. Por otro lado, tampoco sería acertado considerar que elevar las reservas mejoraría la situación, ya que los altos stocks son costosos y debilitan los incentivos de participación en los mercados.
Volviendo a la especulación y a su causalidad en el alza de precios de los alimentos, se observa que el desmedido flujo de capitales especulativos distorsiona los mercados en tal medida que ya no sirven para la formación de precios de los alimentos9. Los mercados a futuro no reflejan la situación real de oferta y demanda en los mercados agrícolas y sus precios no convergen con los del mercado al contado, ni proporcionan una cobertura efectiva contra las fluctuaciones. La falta de convergencia en los precios y la alta volatilidad han hecho que los mercados de futuros sobre materias primas agrícolas sean poco fiables en cuanto a la estimación de los precios y de poca utilidad en la gestión de riesgo para productores y consumidores. Países como China e India prohibieron en 2008 la comercialización de futuros en productos como el arroz siendo, probablemente, una de las razones por las que su precio se ha mantenido, a diferencia de la crisis de 2008 y de productos como el maíz y el trigo que, por otra parte, han soportado un descenso en sus “graneros mundiales” de Rusia y Australia.
Por otro lado, el débil crecimiento de la oferta cerealista unido a una mayor demanda ha hecho que los inventarios hayan caído a niveles mínimos. Así que, según el IFPRI, si existiera una fuerte presión especulativa sobre los precios para situarse por encima de los niveles de mercado, estos inventarios habrían crecido.
Una hipótesis muy rebatida no solo por los expertos sino por las propias cifras. Entre 2003 y 2008, la inversión en índices vinculados con el negocio de materias primas creció veinte veces: de 13 mil a 260 mil millones de dólares.
Tanto si se asume como causa o como síntoma, la especulación excesiva provoca distorsiones graves en los mercados encareciendo los precios de los alimentos, efecto que se amplifica a su vez por el “pánico” que provoca en los mercados agrícolas los cambios climáticos. Según el relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, “Cuando llegan las informaciones sobre los incendios en Rusia o el exceso de lluvias en Canadá, algunos operadores prefieren no vender inmediatamente, mientras que los compradores buscan comprar lo más posible”. El Instituto para la Agricultura y la Política Comercial de EE UU (IATP), atribuye al efecto de la especulación hasta un 31% a la subida del precio del maíz en julio de 2008. Un mes antes, el secretario general de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación Agrícolas (UITA), Ron Oswald, afirmó ante una sesión especial de la Conferencia Internacional del Trabajo sobre la crisis alimentaria en la OIT en Ginebra, que “La FAO considera que la especulación no juega un papel de importancia en la elevación de los precios pero, mientras tanto, los fondos de inversión apuestan cientos de miles de millones de dólares a los precios más elevados, creando una burbuja que aumenta los precios. Fue exclusivamente la especulación la que incitó la subida del 31% en el precio del arroz a futuro, en unas pocas horas, el 31 de marzo de 2008.
Los alimentos se han convertido en un activo, perdiéndose de vista que se trata de una necesidad básica. Los inversores están yendo más allá de los mercados de futuro y expanden su negocio hacia la compra de tierras cultivables, insumos e infraestructura. Según un informe de la Organizaciónpara la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la volatilidad de precios disparó en todo el mundo, durante 2010, la compra de tierras agrícolas por valor de 14.000 millones de dólares, para la producción de materias primas para la exportación. Los inversores, mayoritariamente multinacionales, se centraron en cultivos rentables como la soja transgénica y en aquellos países con grandes extensiones, de África y América Latina, donde apenas se limita la compra de tierras. Recientemente, un foro sobre inversiones agrícolas, realizado en Europa, señaló a América Latina como el principal lugar para comprar, arrendar y administrar tierras agrícolas con fines de lucro. Las tierras en Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay están entre los activos más preciados en el nuevo mercado global de terrenos agrícolas que surgió precisamente de la mano del alza en los precios de las materias primas. Así, con los precios de las materias primas en niveles máximos en los próximos años, la compra de tierras agrícolas es la forma más directa de lucrarse con los cultivos y de aprovechar la revalorización, a largo plazo, de los terrenos agrícolas.
Durante el primer semestre de 2011 y a diferencia de la crisis de 2007-2008 en la que los inventarios de cereales (especulativos) cayeron a los niveles mínimos de principios de los años 80, los precios de varios mercados clave de materias primas han permanecido en “contango”, es decir, presentan precios de entrega inmediata inferiores a los contratos de futuros, lo que indica que, tras la recesión, se está produciendo una absorción del excedente de existencias como proceso de ajuste. A corto plazo, parece que el precio de las materias primas en general depende en gran medida del ritmo y la firmeza de la recuperación mundial más que de las tensiones propias entre producción y con sumo de cereales. Sin embargo, a largo plazo se trata de regular en concreto la compra masiva de cosechas futuras de los cultivos de grano (cereales) y evitar que los países exportadores retraigan la oferta en función de intereses propios, produciendo un encarecimiento en las importaciones de los productos básicos de la dieta muy limitada de algunos países.
Definitivamente, la especulación se vincula a los precios de los alimentos y lo hace presionando a los mercados internacionales. Una presión que sin duda continuará mientras la desregularización neoliberal de los años 70 continúe y siga unida al creciente proceso de “financiarización” de la economía mundial, permitiendo la creación de burbujas especulativas.
LA ESPECULACIÓN: CONCEPTO Y EFECTOS TEÓRICOS
Resulta fundamental definir la actividad especulativa y cómo se desenvuelve en los mercados financieros para poder analizar los efectos sobre el mercado de las materias primas agrícolas de uso alimentario.
La especulación es, por definición, el conjunto de operaciones comerciales o financieras destinadas a obtener un beneficio económico, basándose exclusivamente en las variaciones de precios en el tiempo.
En multitud de ocasiones, nos encontramos con que los productores de una cosecha quieren fijar de antemano el precio futuro de la producción para no asumir las variaciones de precios que se puedan derivar de las variaciones en la oferta y demanda del producto en cuestión. En estos casos, los contratos de futuros representan el vehículo especulativo que satisface las necesidades de los productores de dichas materias primas.
La especulación sobre los mercados al contado de las materias primas. Los agentes financieros invierten para conseguir su beneficio y el de sus clientes. Su cara más perversa consiste en intentar hacerse con el monopolio de la oferta de un producto para obtener el control. Este tipo de prácticas resultan muy difíciles en los mercados a futuro y mucho más fáciles en los mercados al contado. Por este motivo, en los últimos meses, varios fondos han priorizado sus inversiones en mercados al contado en lugar de futuros o swaps. En parte se debe a la posibilidad que ofrecen de evadir los límites reglamentarios de las inversiones de dichos fondos en los mercados a futuro.
Glencore hizo una apuesta especulativa sobre el trigo y el aumento de los precios del maíz durante la pasada sequía del verano ruso de 2010. Esta compañía suiza instó a Rusia a imponer una prohibición de exportación de granos, cosa que Moscú puso en práctica días más tarde. Glencore reveló su intención comercial a un banco, aunque rara vez solía hacerlo. Curiosamente, le dio acceso a una información muy oportuna sobre el deterioro de las condiciones de crecimiento de los activos agrícolas de Rusia en la primavera y el verano de 2010. "Esto le supuso unas condiciones muy ventajosas para negociar contratos sobre el trigo y el maíz" El 3 de agosto, Yury Ognev, responsable de Glencore, alentó a Moscú para prohibir las exportaciones de trigo: "Desde nuestro punto de vista, el gobierno tiene todas las razones para detener todas las exportaciones". Rusia impuso la prohibición el 5 de agosto. Glencore, incluso enmascaró su operación alegando que la prohibición le hizo comprar trigo más caro de otros lugares para cumplir con una obligación adquirida.
Al parecer Glencore acordó el suministro de trigo con un cliente, se cree que Egipto, con un contrato que no estipula el origen del trigo, algo conocido en la industria como un acuerdo de "origen opcional". El contrato de naturaleza flexible no obliga a la empresa a una cláusula legal obligatoria en otro tipo de contratos y que hubiese impedido la prohibición de exportación. Las ganancias de intereses e impuestos de la división agrícola de Glencore fue más del doble del año pasado (659 millones de dólares). Otras compañías como Cargill, se beneficiaron de la interrupción de la oferta de trigo ruso, y otras las sufrieron como Archer Daniels Midland.
Glencore ha hecho hincapié en que rara vez hace operaciones especulativas sobre los precios de los productos básicos. Insistió que las ganancias en tales actividades constituyen una "minoría" de la rentabilidad de su actividad comercial. Sin embargo, la compañía no ha proporcionado detalles de sus ganancias.
Los analistas de los nueve bancos que participan en su salida a Bolsa han valorado en 62 mil millones a Glencore y se espera que recaude hasta 12 mil millones de dólares a finales de mayo de 2011. Así se convertiría en la mayor compañía de Londres y la tercera de Europa. (Artículo del Financial Times publicado el 24 de abril de 2011 por Javier Blas y Farchy Jack en Londres).
Glencore International AG es considerada como la principal empresa privada dedicada a la compra venta y producción de materias primas y alimentos del mundo. En el año 2010 su facturación fue de 145.000 millones de dólares, un 36% más que en 2009, y el beneficio neto mejoró un 41% situándose en 3.800 millones. Glencore cuenta con 54.800 empleados y tiene activos en 30 países. Su tasación previa a su salida a bolsa el 24 de mayo de 2011 fue de 22.820 millones de dólares (15.727 millones de euros).
Glencore controla el 50 por ciento del mercado mundial de cobre, el 60 % de zinc, el 38 % de alúmina, el 28 % de carbón térmico, el 45 % de plomo. En alimentos básicos controla casi el 10 % de trigo del mundo, cerca del 25% del mercado mundial de cebada, girasol y colza. Glencore posee cerca de 300.000 hectáreas de tierras de cultivo siendo uno de los mayores productores del mundo de grano.
Principales centros de especulación financiera
Los grandes centros de la especulación mundial son: el NYMEX / COMEX de Nueva York y, especialmente, la Cámara de Comercio de Chicago (CBOT, en inglés) y la Bolsa Mercantil de Chicago (CME). En Europa, la mayor contratación de futuros se produce en la Bolsa de Londres, así como en las de París, Ámsterdam, Frankfurt, Mannheim y Hannover.
El grupo norteamericano de la Bolsa Mercantil de Chicago (CME) es el mayor mercado de los principales y más diversos derivados de materias primas del mundo. Su volumen se ha triplicado, superando los 300.0000 millones de dólares. El 80% de los que participan en este mercado son bancos de inversión. La compañía está compuesta de cuatro mercados: la Bolsa Mercantil de Chicago (CME), la Cámara de Comercio de Chicago (CBOT), la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX) y la Bolsa de Materias Primas (COMEX). Los precios para las transacciones de este grupo son la base de los precios que se pagan por diversos productos en todo el mundo. En la Bolsa de Chicago se han vendido ya las cosechas de los próximos siete años.
El NASDAQ por sus siglas en inglés (National Association of Securities Dealers Automated Quotation) es la mayor Bolsa de valores electrónica automatizada de Estados Unidos y se crea a petición del Congreso de los Estados Unidos a la comisión que regula la Bolsa (Comisión de Valores y Bolsa, SEC) para la realización de un estudio sobre la seguridad de los mercados. La elaboración de este informe detectó que los mercados no regulados eran poco transparentes.
Entre los fondos que siguen a materias primas el más poderoso es el banco de inversión Goldman Sachs, que en 2008 logró unos 1.500 millones de dólares84 gracias a su inversión en materias primas. Su índice de materias primas pasó de tener una inversión de apenas 8.000 millones de dólares en el año 2000 a superar en la actualidad 100.000 millones de dólares (incluido el petróleo). Sólo en 2010, el índice se revalorizó un 50%, con una subida cercana al 10% en diciembre. En lo que va de año, el ascenso ya roza el 14%.
Un solo fondo de cobertura (hedge fund) tiene agarrado por el cuello desde hace meses a todos los productores de chocolate del mundo86. El fondo Armajaro, pilotado por un conocido ejecutivo británico, Anthony Ward, apodado como ‘Chocfinger' (dedo de chocolate), compró el pasado julio hasta 240.000 toneladas de cacao, el equivalente al 7% de la producción mundial, en una sola operación. La compra, que se hizo en el mercado Euronext, donde no hay límites sobre este tipo de materia, disparó el precio del cacao hasta sus máximos desde 1977. Las miles de toneladas de cacao siguen acumuladas, según confirmaron fuentes conocedoras de la operación a este periódico, en los almacenes de Hamburgo, Amberes y Ámsterdam.
Ward ha apostado por el cacao, ya que uno de sus principales productores, Costa de Marfil, está virtualmente en guerra civil, con lo que escaseará el producto en breve. Según el diario británico ‘The Daily Telegraph', George Soros invierte en este fondo de inversión.
Hay que pensar, por tanto, que hay otros factores diferentes a las cosechas, a las reservas y a los déficits de cada momento que influyen y condicionan la evolución de los precios de los alimentos. Como veremos después, se trata de factores muy diversos con relaciones muy complejas.
Por otra parte, en los últimos cinco años, la producción mundial de cereales ha crecido un 8%, la utilización para consumo humano, un 7%; el consumo para piensos, un 2%; y otros consumos, como la producción de agrocombustibles, han crecido un 44%. Es decir, el 80% del incremento de la producción de cereales del período señalado se ha destinado a otros usos diferentes del consumo humano o de la cría de ganado. En los Estados Unidos, que cosecharon 416 millones de toneladas de cereales en 2009, 119 millones de toneladas fueron a destilerías de etanol para producir combustible para automóviles. Eso es suficiente para alimentar a 350 millones de personas durante un año.
De hecho, si analizamos los datos de producción y utilización de cereales y los contrastamos con la evolución del índice de precios de los, podemos ver que no ha existido riesgo de escasez en la última década y las reservas existentes para 2011 garantizan comida incluso con un déficit 13 veces mayor al actual, cuantificado en 37,4 millones de toneladas. No obstante, la conclusión más llamativa y sorprendente es la inexistente relación aparente entre la cantidad real de cereales y los precios según el índice de la FAO. El periodo 2003-2004 fue el que tuvo un mayor déficit y unas reservas menores, pero los precios fueron más bajos que desde 2007.
Al mismo tiempo, como ya se pudo observar en la crisis de 2008, el mayor precio del petróleo elevó los costes de transporte e insumos agrícolas, tales como fertilizantes, pesticidas y maquinaria agrícola. No olvidemos que el transporte y la agricultura son las dos actividades económicas que utilizan en mayor proporción el petróleo como fuente de energía, lo que las hace muy sensibles a las oscilaciones de su precio. Aunque es difícil cuantificar qué peso puede tener el incremento del precio del petróleo en la subida de precios de los alimentos, algunos estudios (Mitchell, 2008; IFPRI, 2010) estiman que, para el caso de Estados Unidos, el incremento de los costes agrícolas relacionados con el petróleo pudo suponer entre 2002 y 2007 entre un 10 y un 20% de incremento del precio de los principales cultivos.
Además, el incremento del precio del petróleo que se produjo en los años previos a la crisis alimentaria de 2008 provocó el aumento de la demanda de agrocombustibles, que también tiene un impacto en el incremento de precios. En unos casos, porque se producen con materias primas alimentarias: solamente en Estados Unidos, en 2010, se dedicó el 35% de la producción total de maíz a la producción de etanol. Si tenemos en cuenta que Estados Unidos produce el 40% del maíz mundial, con esos datos ya se deduce que en 2010, como mínimo, el 15% de la producción mundial de maíz se destinó a producir combustible. En otros casos, los biocombustibles se obtienen de cultivos no alimentarios, pero requieren grandes extensiones de tierra y significativos volúmenes de agua para su producción, por lo que compiten también con los cultivos alimentarios e inciden igualmente en la subida de precios de los alimentos, no por el lado de la demanda, sino por el de la oferta, ya que los recursos productivos que se dedican a biocombustibles no se destinan a cultivos alimentarios, reduciéndose la oferta potencial.
Como hemos comentado más arriba, la enorme inversión de EE UU en destilerías de etanol prepara el escenario para la competencia directa entre los coches y la gente en la cosecha mundial de cereales. En Europa, donde gran parte de la flota de automóviles funciona con combustible diésel, hay una creciente demanda de diésel a base de plantas, principalmente de colza y aceite de palma. Se estima que la producción europea de biodiésel utiliza alrededor del 7% de la producción global de aceite vegetal. Esta demanda de los cultivos de oleaginosas no sólo tiende a reducir la tierra disponible para producir cultivos alimentarios en Europa, también está impulsando la tala de bosques en Indonesia y Malasia para las plantaciones de aceite de palma.
En el caso estadounidense, la demanda de producción de bioetanol ha provocado la rápida expansión de los cultivos de maíz para responder a la misma, con el consiguiente impacto en otros cultivos. Se estima que en 2007 el área de cultivo de maíz en Estados Unidos creció un 23%, al tiempo que se reducía en un 16%el área dedicada al cultivo de soja, lo que contribuyó a un incremento del 75% del precio de la soja en un solo año.
Otro de los factores coyunturales que parecen haber afectado a la demanda de alimentos es la depreciación del dólar frente a algunas de las principales monedas (la libra, el euro y el yen) y su impacto en los mercados de cereales. Desde 2002 y hasta la crisis alimentaria de 2008, el dólar se había depreciado en un 30% aproximadamente, de manera que los precios de los cereales, expresados en dólares, también se vieron empujados al alza debido al peso que tienen EE UU en los mercados de cereales, ya que controla el 60% de las exportaciones de maíz, el 25% de las de trigo y es el tercer exportador mundial de soja, detrás de Argentina y Brasil. Sin embargo, como señala el IFPRI, es necesario establecer diferencias importantes entre los principales cereales.
Los precios del trigo en EE UU son generalmente más estables que los del maíz por varias razones:
a. Porque hay dos cosechas anuales de trigo en EE UU.
b. Porque hay dos grandes exportadores en el hemisferio sur (Australia y Argentina) con un diferente patrón estacional de producción.
c. Porque hay políticas gubernamentales en EE UU para estabilizar los precios del trigo.
d. Porque la demanda para alimentación de ganado puede actuar como amortiguador del precio del trigo.
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