Ante el avance del cambio climático, el mundo tiene una luz
de esperanza: las energías limpias están en incremento y ya se producen, casi
el 20% de toda la electricidad mundial. Desagradecidamente Estados Unidos y la
Unión Europea están amenazando con obstaculizar estos avances.
Durante la última década, China ha invertido miles de
millones en energía solar y ha puesto en marcha ambiciosas estrategias para
subvencionarla, lo que ha supuesto el desplome de los precios de los paneles.
Ahora, ¡la tecnología limpia
es casi tan barata como los sucios combustibles fósiles! EE.UU. y Europa conceden subsidios
públicos multimillonarios a las industrias petroleras y carboneras, y ahora
están a punto de elevar el costo de la energía solar, imponiendo aranceles a
China. Con el riesgo de represalias en el aire, se está gestando una guerra
comercial que podría frenar en
seco la revolución de las energías limpias.
La Comisión Europea inicio en este mes de septiembre una
investigación sobre un posible incumplimiento de la legislación antidumping
por parte de empresas chinas que supuestamente vendieron paneles solares por
debajo de su precio de coste. Este gesto podría desencadenar una nueva guerra
comercial con China, puesto que Pekín amenaza con tomar represalias con los
vinos europeos y los materiales industriales. Según los diarios The New York Times y el diario británico TheGuardian, esta investigación se origina tras una serie de quiebras y de cierre
de plantas de empresas europeas que fabricaban paneles solares. La demanda
interpuesta en Bruselas surgió de un consorcio de 20 fabricantes europeos, que
representan un cuarto de la producción de paneles en la UE.
“El año pasado, China, que
representa dos tercios de la producción mundial, exportó paneles solares por
valor de 21.000 millones de euros a la UE, alrededor del 80% de los paneles
exportados. El mercado es inmenso. En muy pocos años, China se ha convertido en
el mayor productor de paneles solares del mundo, mientras la UE es, con mucha
diferencia, el mayor mercado para los productos chinos”.
La investigación amenaza con ser extremadamente polémica
y muy sensible en el ámbito político. El Gobierno alemán, que disfruta de una
“relación especial” con China basada en el comercio y las exportaciones, recela
de despertar la ira de Pekín, a pesar de que la demanda está liderada por
empresas alemanas. […]
La Comisión ha decidido
dictar un veredicto provisional para esta disputa, que podría suponer que se
impongan aranceles temporales en productos chinos, y podría producirse incluso
en junio de 2013. A partir de entonces, los Gobiernos de la UE tendrán que
decidir cómo proceder tomando como referencia el veredicto final previsto para
principios de diciembre de 2013.
Según informa The Guardian,
Pekín ha llevado a cabo una dura campaña en contra de la investigación de
Bruselas. El periódico oficial de Pekín en lengua inglesa, el China Daily, advirtió de que China
podría contraatacar imponiendo trabas comerciales a la UE si Bruselas decide
seguir adelante con la investigación. Además, añade que China expresó un
"profundo pesar" por la decisión de la Comisión Europea […] aduciendo
que eso dañará el desarrollo del sector de las energías limpias.
Igualmente El gobierno de Estados Unidos busca imponer nuevos
aranceles a los paneles solares fabricados en China, luego de detectar que las
compañías chinas inundan el mercado estadounidense con productos subsidiados
por su gobierno.
El Departamento de Comercio dijo que los productores chinos habían
vendido celdas y paneles solares en Estados Unidos con márgenes de subsidio de
entre 31% y 250% respecto al precio original. Si se ratifica el fallo
preliminar, se podrían imponer aranceles de 31% en promedio sobre las
importaciones de paneles solares de China.
Dichos aranceles serían adicionales a las cuotas de entre 2,9% y 4,73%
impuestas en marzo luego de que la dependencia descubrió que China subsidiaba
de manera indebida a sus fabricantes de productos que aprovechan la energía
solar.
Los aranceles anunciados fueron mayores a lo esperado y podrían
intensificar las tensiones comerciales entre ambos países. Varios fabricantes
estadounidenses de paneles solares habían pedido al gobierno que sancionara a
China por vender en Estados Unidos productos a precios subsidiados.
No obstante, la mayoría de las compañías estadounidenses que instalan
paneles solares se oponen a los aranceles contra China, con el argumento de que
las importaciones baratas han ayudado a hacer más accesibles dichos productos a
los usuarios norteamericanos finales. También les preocupa que China pueda
tomar represalias contra compañías estadounidenses, dado que las autoridades
chinas han anunciado una investigación sobre si el apoyo que el gobierno de
Estados Unidos otorga a las compañías de energías renovables daña a los
proveedores extranjeros.
"Este es el primer paso de una guerra comercial entre Estados
Unidos y China", dijo Jigar Shah, líder de una coalición de compañías
solares que se oponen a los aranceles de Estados Unidos.
Con estas acciones en contra de la Energía Limpia impulsada por las
compañías petroleras y carboníferas del mundo que tratan de imponer su energía
contaminante, declarando la guerra a las energías limpias. Las
empresas petroleras buscan un nuevo negocio, a través del monopolio de las
energías renovables y sus procesos tecnológicos. Shell y otras empresas como
BP, invierten millonarias sumas de dinero en energía solar, desarrollando, por
ejemplo, células fotovoltaicas, lo que sin duda en el futuro les permitirá un
control monopólico de estas nuevas tecnologías, y las hará inalcanzables para
los pueblos y países descapitalizados.
Su estrategía es
ejercer el monopolio, y si lo concretan en el campo de las tecnologías limpias,
habremos perdido una oportunidad.Otro tipo de tecnologías que se propone
transferir, son tecnologías caducas que ya no tienen mercado en los países
industrializados.
Su discurso converge con las instituciones y organizaciones
de alto perfil que integran el llamado
“lobby internacional del carbón”. Fuertemente financiadas por grandes
petroleras como Exxon y Chevron, y por las transnacionales automotrices y de
energía, han insistido por treinta años en que el cambio climático es “natural”
y que cualquier medida que recorte el uso de combustibles fósiles —sobre todo
petróleo y carbón— sería una atentado injustificado al “desarrollo”, las
fuentes de empleo, el “derecho” a consumir más y a preservar el “modo de vida
americano”.
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